Tengo en casa una cafetera Dolce Gusto. No la compré, me la regalaron y considero que es un obsequio de lujo. Enseguida me aficioné al excelente sabor de las variedades que ofrece la empresa, tan buenas como las de Nespresso. Ahora me cuesta tomar otros cafés porque no encuentro la misma calidad. Supongo que ello se debe a que mi cafetera express convencional tiene pocos bares como para sacar el mejor sabor de las monodosis convencionales o del café molido. Lo malo del asunto es que mi adicción a los productos de Dolce Gusto está viéndose perjudicada por los elevados precios que están alcanzando las cápsulas en el mercado. Si durante el año pasado era fácil encontrarlas a 4 euros con 60 céntimos y a finales de 2010 se rebajó el precio a menos de cuatro euros, ahora la tarifa se va casi a los cinco euros. Curiosamente no hay manera de hallar mejor precio que los 4,85 euros en prácticamente todos los sitios imaginables.
Lo curioso es que en mi último viaje a Francia me sorprendió encontrar las Dolce Gusto a 4 euros la cajita, casi un euro menos que en España. Por cierto que en la tienda online española los precios son los mismos que en el comercio convencional. En Europa las variaciones son peculiares, ya que en Alemania y Portugal el precio de las cápsulas es ligeramente inferior al que tenemos aquí, mientras que en Italia se alcanzan los cinco euros con treinta céntimos, lo cual no deja de sorprender teniendo en cuenta de que se trata de un mercado tan exigente como el portugués y en el que debería haber mejor competencia; probablemente ello se deba a que los italianos estén dispuestos a pagar más a cambio de un buen café. En Andorra nos ahorraremos 25 céntimos por caja en el Leclerc.
Por lo visto la empresa aprovechó la campaña navideña para vender más cafeteras y entonces el precio de las cápsulas fue más competitivo que nunca, pero una vez pasadas las fiestas se retomó el precio habitual. Hay hasta grupos de Facebook que piden una bajada de tarifas. La empresa se defiende argumentando una subida en los precios de la materia prima, lo cual es cierto.
Después de todo uno sabe a lo que se arriesga con estos sistemas cautivos. La empresa puede poner el precio que quiera y punto. Cada café sale ahora casi tan caro como uno de Nespresso aunque insisto en que la calidad no tiene nada que envidiar. Ahora Nestlé puede probar a subir el precio a 6 euros la caja a ver qué pasa, si pierde muchos clientes o le basta con los adictos. Puede pasar algo así como con el precio del tabaco, que a pesar de subir no disuade de consumirlo al que vive enganchado. En Hungria las cápsulas suben a los 5,85 euros y en Chequia son algo más caras que aquí. Francia parece ser el lugar donde salen más baratas, principalmente porque allí sus competidores se adelantaron.
Ahora es posible que empiecen a aparecer cápsulas vírgenes piratas, como ocurre con las Ne-Cap para Nespresso. Eso sí, tendrán que ser muy baratas y fáciles de manejar como para que los usuarios se atrevan con ellas. Por cierto que Oquendo las incluye en sus packs de café para que no haya que comprarlas por internet.
Lo curioso es que en mi último viaje a Francia me sorprendió encontrar las Dolce Gusto a 4 euros la cajita, casi un euro menos que en España. Por cierto que en la tienda online española los precios son los mismos que en el comercio convencional. En Europa las variaciones son peculiares, ya que en Alemania y Portugal el precio de las cápsulas es ligeramente inferior al que tenemos aquí, mientras que en Italia se alcanzan los cinco euros con treinta céntimos, lo cual no deja de sorprender teniendo en cuenta de que se trata de un mercado tan exigente como el portugués y en el que debería haber mejor competencia; probablemente ello se deba a que los italianos estén dispuestos a pagar más a cambio de un buen café. En Andorra nos ahorraremos 25 céntimos por caja en el Leclerc.
Por lo visto la empresa aprovechó la campaña navideña para vender más cafeteras y entonces el precio de las cápsulas fue más competitivo que nunca, pero una vez pasadas las fiestas se retomó el precio habitual. Hay hasta grupos de Facebook que piden una bajada de tarifas. La empresa se defiende argumentando una subida en los precios de la materia prima, lo cual es cierto.
Después de todo uno sabe a lo que se arriesga con estos sistemas cautivos. La empresa puede poner el precio que quiera y punto. Cada café sale ahora casi tan caro como uno de Nespresso aunque insisto en que la calidad no tiene nada que envidiar. Ahora Nestlé puede probar a subir el precio a 6 euros la caja a ver qué pasa, si pierde muchos clientes o le basta con los adictos. Puede pasar algo así como con el precio del tabaco, que a pesar de subir no disuade de consumirlo al que vive enganchado. En Hungria las cápsulas suben a los 5,85 euros y en Chequia son algo más caras que aquí. Francia parece ser el lugar donde salen más baratas, principalmente porque allí sus competidores se adelantaron.
Ahora es posible que empiecen a aparecer cápsulas vírgenes piratas, como ocurre con las Ne-Cap para Nespresso. Eso sí, tendrán que ser muy baratas y fáciles de manejar como para que los usuarios se atrevan con ellas. Por cierto que Oquendo las incluye en sus packs de café para que no haya que comprarlas por internet.