Morella es uno de esos sitios que impresionan al viajero. La panorámica de la ciudad a la llegada sorprende y el casco urbano no decepciona. Alrededor de la ciudad no hay casi oferta hostelera y siendo un destino "top 10" allí podrían clavar al turista si quisieran, porque no existen otras opciones; menos mal que no solamente no lo hacen sino que encima hay locales como el que voy a analizar. Que conste que es de esos sitios que ya llaman la atención cuando pasas al lado y principalmente por lo contenido de los precios en relación al cuidado que se ha puesto en el local. Desde el primer momento se observa limpieza extrema, brillo en todo lo visible y una excelente presentación de la carta y los menús para el posible cliente. El personal se ofrece a explicar los platos con amabilidad y en ningún momento se nota que quieran atrapar al paseante.
Una vez que decidimos comer allí, nos acomodamos en la coqueta terraza y evitamos los apetecibles menús porque tocaba continuar ruta y no convenía pillar un atracón que provocara somnolencia. Pedimos un par de raciones de croquetas morellanas que se facturan a 8 euros la media docena y que dejaron un excelente sabor de boca; se trata de un plato local ligeramente reinventado y que no se parece en casi nada a una croqueta tradicional, excepto en el relleno, con un aspecto similar al de los "rissois" portugueses, casi un híbrido entre croqueta y empanadilla. Otro de los platos elegidos fue el revuelto de "calçots" con boletus y alcachofa, en el que se notaba que los ingredientes eran de primera y la elaboración no iba a la zaga. Tomamos también un micuit de de foie de la casa que venía acompañado de dos mermeladas caseras, de notable tamaño y sabor que en nada envidiaba a los mejores del Perigord. La carta de postres tenía opciones ideales para golosos y las raciones eran contundentes. El trato del personal, sobresaliente de principio a fin. Tienen servicio de vino por copas y además invitan a chupito, que es todo un detalle. Por cierto que se sirve un café Illy que es toda una garantía. No tomamos platos "de resistence" pero los que se veían por las otras mesas tenían aspecto muy atractivo.
Digamos que tengo ganas de volver a Morella para comer en el Vinatea, que además tiene un local adyacente especializado en combinados. Hay varios menús a distintos precios y una opción de degustación. Lo mejor será quedarse a dormir en Morella porque como destino gastronómico es muy interesante, existiendo platos locales únicos en el mundo que ya justifican una visita.
Encontraremos el restaurante Vinatea en el puñetero cogollo de la ciudad y seguro que nos animamos a reservar mesa nada más verlo. Además de buenos comentarios en Tripadvisor, está recomendado por la Michelín de este año y de los anteriores. Podrían incluso ganar una estrella si se lo propusieran.
Algún día todos los restaurantes serán así. Lo menos mejor de Vinatea es la web, hecha en flash y que aporta muy poca información.
Una vez que decidimos comer allí, nos acomodamos en la coqueta terraza y evitamos los apetecibles menús porque tocaba continuar ruta y no convenía pillar un atracón que provocara somnolencia. Pedimos un par de raciones de croquetas morellanas que se facturan a 8 euros la media docena y que dejaron un excelente sabor de boca; se trata de un plato local ligeramente reinventado y que no se parece en casi nada a una croqueta tradicional, excepto en el relleno, con un aspecto similar al de los "rissois" portugueses, casi un híbrido entre croqueta y empanadilla. Otro de los platos elegidos fue el revuelto de "calçots" con boletus y alcachofa, en el que se notaba que los ingredientes eran de primera y la elaboración no iba a la zaga. Tomamos también un micuit de de foie de la casa que venía acompañado de dos mermeladas caseras, de notable tamaño y sabor que en nada envidiaba a los mejores del Perigord. La carta de postres tenía opciones ideales para golosos y las raciones eran contundentes. El trato del personal, sobresaliente de principio a fin. Tienen servicio de vino por copas y además invitan a chupito, que es todo un detalle. Por cierto que se sirve un café Illy que es toda una garantía. No tomamos platos "de resistence" pero los que se veían por las otras mesas tenían aspecto muy atractivo.
Digamos que tengo ganas de volver a Morella para comer en el Vinatea, que además tiene un local adyacente especializado en combinados. Hay varios menús a distintos precios y una opción de degustación. Lo mejor será quedarse a dormir en Morella porque como destino gastronómico es muy interesante, existiendo platos locales únicos en el mundo que ya justifican una visita.
Encontraremos el restaurante Vinatea en el puñetero cogollo de la ciudad y seguro que nos animamos a reservar mesa nada más verlo. Además de buenos comentarios en Tripadvisor, está recomendado por la Michelín de este año y de los anteriores. Podrían incluso ganar una estrella si se lo propusieran.
Algún día todos los restaurantes serán así. Lo menos mejor de Vinatea es la web, hecha en flash y que aporta muy poca información.