Que conste que algo entiendo de queso de Cabrales. Después de haber residido un par de años en Arenas y otro en Oceño, viviendo actualmente en el Oriente de Asturias y siendo un apasionado de los quesos azules en general, la pasión por el buen Cabrales me hizo abandonarlo hace años hasta que se instauró la denominación de origen, ya que previamente el fraude era generalizado. Mi madre residió en Bulnes durante tres años en la década de los cincuenta del siglo pasado y ya fue testigo de la picaresca en la elaboración del queso, que por aquel entonces se pagbaa mucho más caro que ahora, proporcionalmente.
Llegué a pasarme al Picón de Tresviso e incluso al Stilton para encontrar lo que el Cabrales ya no me daba.
Ahora mismo el Cabrales es una joya gastronómica barata y siempre se había comentado la necesidad de elevar el prestigio del queso mejorando su elaboración con una mayor maduración aún a costa de subir los precios, para posicionarlo en un segmento de alimento gourmet de lujo con garantías máximas.
Pues bien, la Quesería Maín de Sotres lo ha conseguido, elaborando un Cabrales absolutamente antológico. Ya me habían hablado de él y circulan opiniones que lo encumbran a lo más alto del podio de los quesos azules europeos.
El queso reserva de esta quesería madura durante diez meses, más del doble de lo habitual; también lo hace a 1500 metros, a mucha mayor altura que el convencional. El resultado es un pedazo de queso absolutamente arrollador, con un gusto espectacular que despierta la lengua sin picores excesivos ni abuso de sal.
La pieza que compré la encontré en Quesos Torreón, tienda especializada de Cangas de Onís, Asturias. Ciertamente cuesta más que las de la competencia, pero el pequeño gasto extra que supone se amortiza de largo. Por cierto que la corteza del Cabrales no solo es comestible sino que a algunos nos gusta casi más que lo de dentro, porque es perfectamente untable.
Anteriormente solía comprar de la marca Bada, de gran prestigio y solera, pero decididamente me paso a Maín porque el sobrecoste es perfectamente asumible y todavía pago menos que comprando Gamonéu del puerto.
Recordemos que en el Cabrales no hay dos quesos iguales y ni siquiera dos bocados idénticos, lo que lo convierte en una caja de sorpresas positivas.
Ahora la Quesería Maín también tiene aula didáctica y organiza visitas guiadas por menos de ocho euros. Se puede reservar en http://www.quesosdecabrales.es
Por lo visto la producción de queso especial reserva es limitada y espero no arrepentirme de haber publicado el artículo, no sea que se agote y me tenga que quedar sin él. Hacía años que no probaba algo tan conseguido y delicioso, un queso que se ha ganado su prestigio a fuerza de trabajo e ilusión.
Llegué a pasarme al Picón de Tresviso e incluso al Stilton para encontrar lo que el Cabrales ya no me daba.
Ahora mismo el Cabrales es una joya gastronómica barata y siempre se había comentado la necesidad de elevar el prestigio del queso mejorando su elaboración con una mayor maduración aún a costa de subir los precios, para posicionarlo en un segmento de alimento gourmet de lujo con garantías máximas.
Pues bien, la Quesería Maín de Sotres lo ha conseguido, elaborando un Cabrales absolutamente antológico. Ya me habían hablado de él y circulan opiniones que lo encumbran a lo más alto del podio de los quesos azules europeos.
El queso reserva de esta quesería madura durante diez meses, más del doble de lo habitual; también lo hace a 1500 metros, a mucha mayor altura que el convencional. El resultado es un pedazo de queso absolutamente arrollador, con un gusto espectacular que despierta la lengua sin picores excesivos ni abuso de sal.
La pieza que compré la encontré en Quesos Torreón, tienda especializada de Cangas de Onís, Asturias. Ciertamente cuesta más que las de la competencia, pero el pequeño gasto extra que supone se amortiza de largo. Por cierto que la corteza del Cabrales no solo es comestible sino que a algunos nos gusta casi más que lo de dentro, porque es perfectamente untable.
Anteriormente solía comprar de la marca Bada, de gran prestigio y solera, pero decididamente me paso a Maín porque el sobrecoste es perfectamente asumible y todavía pago menos que comprando Gamonéu del puerto.
Recordemos que en el Cabrales no hay dos quesos iguales y ni siquiera dos bocados idénticos, lo que lo convierte en una caja de sorpresas positivas.
Ahora la Quesería Maín también tiene aula didáctica y organiza visitas guiadas por menos de ocho euros. Se puede reservar en http://www.quesosdecabrales.es
Por lo visto la producción de queso especial reserva es limitada y espero no arrepentirme de haber publicado el artículo, no sea que se agote y me tenga que quedar sin él. Hacía años que no probaba algo tan conseguido y delicioso, un queso que se ha ganado su prestigio a fuerza de trabajo e ilusión.